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jueves, 21 de octubre de 2010

DECLARACIÓN DE MIKE COTS, AL BRENNECA Y HRISHNA THOMPSON EN DEFENSA DE LOS TIBURONES QUE LOS MUTILARON



"Estoy aquí para hacer lobby para salvar a los tiburones. Y he perdido un brazo. Es un mensaje fuerte", asegura Al Brenneca, de 52 años, atacado por un tiburón en 1976 en Florida.

Junto a otros ocho supervivientes reunidos a iniciativa del centro de estudios Pew Environment Group, milita a favor de una reforma de la 'Shark Conservation Act 2009' que restrinja la pesca de tiburones por sus aletas.

Más de un tercio de las especies de tiburones están amenazados de desaparición, pescados para la sopa de aleta de tiburón y devueltos al mar vivos tras cortarles las aletas. Unos 70 millones de tiburones desaparecen cada año de los océanos. Los ataques de tiburones contra personas son entre 60 y 100 por año en todo el mundo.

"Ustedes se preguntan por qué, habiendo sido atacado por un tiburón, no quiero comérmelos a todos o matarlos", indica Krishna Thompson, un banquero neoyorquino de 44 años que fue atacado en 2001 por un tiburón cuando celebraba sus 10 años de casado en las Bahamas, un episodio que captó la atención de los medios. Defendiéndose a golpes de puño, logró liberarse del escualo. "Me quedaba mi pierna pero todo lo que podía ver era el fémur y la tibia, nada de carne, nada de venas, nada de músculos, solo el blanco de mis huesos", recuerda.

Con un short, una prótesis hasta la mitad del muslo y una camiseta con la leyenda "Los supervivientes de ataques de tiburones asumen la defensa de los tiburones", explicó a los senadores: "lo que el tiburón me hizo es lo que se supone que debe hacer. Los tiburones existen desde hace 300 millones de años, antes de los dinosaurios. Son tan perfectos que han evolucionado poco desde entonces". "Si matamos a todos los tiburones, eso tendrá un efecto sobre la vida humana, es por eso que estoy aquí", indicó con un respeto mezclado con admiración hacia la especie que lo dejó sin pierna.

Los supervivientes dejaron estupefactos a los legisladores con su testimonio. "Dada su experiencia, son portadores de un mensaje de defensa del medio ambiente muy fuerte", estimó Matt Rand, del Pew Environment Research.

Todos describieron una lucha de una brutalidad increíble, en medio de un baño de sangre, sin dolor pero que duró en algunos casos varios minutos. Para la mayoría, sus heridas eran tan graves que sufrieron un paro cardiaco de camino al hospital.

"Tal vez fui mordido por un tiburón para ayudar a salvar a los tiburones. Es el objetivo de mi vida", afirma Mike Coots, surfista hawaiano de 30 años, que perdió su pierna a los 18. Un mes y medio después de tener su prótesis, surfeaba nuevamente. "Estoy profundamente convencido que estos animales tienen un lugar en nuestro mundo y que sin ellos todo el ecosistema se vería transformado", añadió.

Una postura que no es fácil de asumir. "Algunos no se recuperan nunca de una herida de este tipo. Algunos siguen sintiendo cólera, hacia el tiburón o hacia su propia estupidez. Lleva años y años cerrar este trauma", reconoce Al Brenneca, cuyo brazo fue arrancado por un tiburón hace más de 30 años. Él mismo pasó por una fase de revancha en la que mataba tiburones con un fusil, antes de crear un grupo de apoyo para los supervivientes de este predador.

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